jueves, 21 de junio de 2007

INTERTEXTO.

Más allá de lo razonable... existe un lugar... Algunos lo llaman "demencia".... pero exageran... Otros lo llaman "soledad"... pero se limitan a una simple acepción descriptiva... Hay quienes lo llaman "amor" y aciertan, aunque no precisamente por puntería, sino por una mera cuestión estadística... es como aplastar una hormiga con un elefante... hay pocas posibilidades de fallar...
Más allá de lo razonable... hay un error... un traspié... un delirio de fatuidad... un exceso... una sublevación... Más allá de lo razonable... no estás tú... ni yo... ni nosotros... Estamos solos, pero no de soledad... sino de ajenidad... El proceso en que nos convertimos en otro es el principio del fin y el fin del principio... Más allá de la razón, la enajenación...
Todas las disquisiciones intelectuales del "post" anterior - y de tantos otros -, no son sino la prueba de que la "razón" - a veces generosa - estuvo siempre a mi lado, a lo largo del camino... del camino de ida hacia su lugar de entrega, hacia el fin de su fin, hacia el sacrificio... el leprosario... el matadero... Pese a su ceño fruncido y su temperamento inflexible... se portó bien conmigo... me avisó las curvas peligrosas, muchas veces dilucidó los grises del mapa y me anticipó los ripios del camino... Creo que, en el fondo, ella siempre supo de mi ánimo traidor... de mi fiebre homicida... de la presión de mis nódulos... imantados hacia su rostro... de mi necesidad de desprenderme de ella para vivir a ciegas... de la asfixiante necesidad de asfixiarla... Y no dijo nada... nada en su defensa... nada en su favor.
Supongo que quería arrancarme los ojos - sí, como Edipo -, para quitarme la culpa... la culpa de atentar contra mí mismo a conciencia, sabiendo que, al cabo de la travesía, el fin sólo podía ser el fin... la asfixia, la asfixia... la necesidad, la necesidad... El amor... cualquiera de las anteriores.
En verdad, la razón siempre tiene la razón. A final de cuentas, todo es exactamente como sabemos que es... Lo que ocurre es que siempre vamos un par de pasos adelante... cuando tenemos la urgencia de dejar algo atrás.

lunes, 18 de junio de 2007

LECCIONES PARA ILUSOS (DESDE LA RAZÓN) - Parte 2.-

Me lo advirtieron... me lo advertí... No hay nada peor que conocerse a sí mismo... La prestidigitación es un arte de aventajados... y de fracasados.

"EL AMOR ES ETERNO MIENTRAS DURA (10º Parte)" - Canciones para sordos... -.
(Jueves 23 de Febrero del 2006)

¿Qué duda cabe? Sabina tiene razón: el corazón es una ciencia inexacta. Por cada conclusión a la que arribo, por cada epifanía de la razón, por cada instante de consuelo, por cada impulso generoso, por cada sacrificio de vanidad, por cada arrebato de amor, siempre aparece, un poco más tarde, la misma sensación, el mismo vacío atemorizante, el mismo deseo de salir huyendo. Es como si mi corazón estuviese demasiado preocupado por su autoconservación, como si estuviera demasiado conciente de su nueva condición, de ser un especímen exótico, una especie amenazada, un animal en peligro de extinción.

Ciertamente, es preciso protegerse. No hay peor ciego que el que no quiere ver. No hay peor descuido que aquel cuidadosamente escogido. Esa clase de descuidos suelen ser mortales. Y, como ya dije, estoy tentado por vivir. Sólo que no quiero pasarme la vida calculando mis pasos. No quiero jugar eternamente esta partida de ajedrez. Me resisto a enseñarle al amor más tácticas de guerra. No quiero seguir vistiendo a mi corazón con armadura y condenarlo al empuje de este caballo cansado y elusivo que avanza dos pasos hacia el frente y el último necesariamente hacia el costado.

Soy sincero: deseo seguir adelante, mirar hacia el futuro. Deseo agarrar por sorpresa a mi propio guardaespaldas y romperle la nuca. Deseo anestesiar a mi razón, no tener la razón, extraerla, extirparla, regalarla, venderla al mejor postor. Deseo dedicarla a un trabajo aún más mediocre que el de salvarme la vida, a ver si, de una vez por todas, entiende cuál es su verdadera ubicación. Deseo ponerla en su lugar, más lejos de mí y más cerca de los demás. Hacerla útil.

Pero es mi propia razón la que impide el engaño. La verdad es una sola y siempre ha estado demasiado presente. Es triste vivir con la verdad a cuestas, pues, entonces, el trabajo ya está hecho, el misterio está resuelto y las noches en vela, las lágrimas secretas, los pensamientos tortuosos y todos los síntomas de esta vigilia sentimental no habrán sido la representación de una duda o de un dilema pendiente, sino la escenificación de un estado de sitio, de una pausa perpetua, de un estancamiento. Lo cierto es que, hoy, nada queda por analizar, no hay fórmulas que inventar, no hay experimentos que ejercitar. Lo cierto es que el fracaso está consumado, desde el momento en que sentimos posible que hayamos fracasado. El amor no se dobla, ni se tuerce, sólo se quiebra ante el primer rasguño. Se fractura ante la primera amenaza, ante el primer susto. Se siente equivocado ante la primera equivocación.

Sí, me permito la ingenuidad: quisiera rescatar a mi corazón de estas arenas movedizas. No obstante, entiendo que el error es precisamente el enemigo de la razón. ¿De qué sirve un corazón dispuesto a perdonar si la razón no tiene el mismo hábito? Ciertamente, mi corazón está ciego, y vacila, tambalea. Ciertamente, la razón tiene la última palabra. El amor es eterno mientras dura la voluntad de hacerlo durar, pero ¿será posible que mi voluntad se haya partido en dos, al igual que mi corazón, dejando a la razón en el extremo equivocado? ¿Es aquello posible?

Sí, lo creo posible.... creo posible que te ame más allá de lo razonable".

viernes, 15 de junio de 2007

EXÁMENES Y GRADOS.

Que la vida nos pone pruebas… no cabe duda. Que nos estimula, nos consume, nos excede, nos supera y nos invita cruelmente a superarla, también. La vida es una trampa hecha a medida… y definitivamente inabordable… Es un desafío de los hombres y un castigo de los Dioses… Un espejismo… siempre al alcance de la mano… siempre ficticio e inasible… Un vaivén de triunfos insuficientes y de metas inalcanzables… Una “gymkhana” interminable…

En efecto, la vida avanza a la velocidad de la luz, mientras nosotros la seguimos a paso de tortuga. Cuando sorteamos la primera valla, el tiempo ya eligió nuestro próximo fracaso. “No te duermas en los laureles”- exclama Zeus, desde el Olimpo, mientras reproduce en su cabeza la siguiente etapa de esta “marathon”… la victoria no es más que un estado transitorio de la mente… merecido pero injusto… real pero impalpable… un sucedáneo de la euforia que, suficientemente diluido en alcohol, nos complace temporalmente, antes que el enemigo se asegure de mostrarnos que la batalla recién comienza… los Dioses siempre tienen planes demasiado ambiciosos para nosotros.

Sin embargo, en ocasiones, la voluntad del hombre se reviste de “divinidad” y el Olimpo se pone celoso… Por momentos, el castigo se vuelve desafío y el triunfo se convierte en rebelión… Por momentos, enrostramos a los Dioses su triste naturaleza de examinadores parciales… Y ellos, envidiosos y mezquinos, como simples mortales, realizan reverencias convenientes, mientras ensayan un nuevo simulacro de esta “producción en serie del fracaso” que es la vida… “Prueba superada...” – exclama Zeus, a regañadientes - "... que pase el siguiente" -.

Sin ánimo de soberbia, he de reconocer que, a lo largo de mi vida, he aprobado ya varios exámenes… y que, usualmente, ellos han traído satisfacciones temporales y, asimismo, secuelas permanentes. El origen del triunfo y el daño es exactamente el mismo… la persistencia de la voluntad del hombre para modelar la vida a su antojo… para resistirse a los dictámenes del tiempo, el azar y la razón…

Lo confieso: la porfía es mi pecado favorito.

Entonces, el triunfo no es un regalo, sino una convicción… una constatación del poder de la voluntad para modificar su entorno… un acto revolucionario… una provocación… Lo reconozco: adoro ser desheredado por los dioses… me fascina ser, algo así, como un hijo pródigo… merecer sus furias y reproches… y concentrar convenientemente su atención… obligarlos a extrañarme, y a festejarme, cada vez que regreso.

La victoria es como la fiebre… se eleva progresivamente en grados de temperatura que no son sino la medición de la ira de los censores de la emoción… de nuestros captores… del gobierno de los dioses que han hecho de la mediocridad un imperio… de los legisladores de un Estado que aspira a ser permanente bajo las leyes del terror… No me canso de decirlo: la felicidad es un estado de excepción…

“¿Terrorismo de Estado?” – me pregunta, Zeus, sin comprender plenamente el significado de la frase – y yo no me esfuerzo en explicárselo. Sólo me dedico a combatirlo, silenciosamente, mientras alzo una copa bacanalmente servida y me calzo transitoriamente mi corona de laureles… Al mismo tiempo, una sonrisa perversa se asoma, gradualmente, en la comisura de mis labios… y celebro.

miércoles, 6 de junio de 2007

BALANZA, BALANCE, BALANCIN.

¿Alguna vez te has sentido como si estuvieras parado en la mitad de tu vida, en un exacto punto equidistante respecto de los extremos de tu historia? ¿Alguna vez te quedó igual de cerca la vida que la muerte? ¿Alguna vez la suma del pasado y el futuro te dio igual?

A veces, me siento así... demasiado viejo para ser joven, y demasiado joven para ser viejo... A veces, me siento como si los testamentos y bautismos fueran cosas para otros. No quiero más iniciaciones, no necesito más funerales. La "road movie" de mi vida ya llegó a fin. Ahora, siguiendo a Ulises, me devuelvo a casa. Sólo que no sé llegar, olvidé la dirección en otro bolsillo, de otra chaqueta, de otra persona, que quiso otra vida y, de seguro, no me está esperando. No tengo a dónde ir, ni ganas de ir a ninguna parte. ¿Qué se hace en esos casos? ¿En qué se ocupa el tiempo muerto, perdido, como las noches de insomnio y los episodios narcolépticos? ¿Dónde va uno a parar cuando no desea estar parado en ningún sitio? ¿Cuándo subes y bajas sin moverte de lugar?

Una sola respuesta se me ocurre - no es muy original, pero se me ocurre -: "Donde siempre".

sábado, 2 de junio de 2007

DE CUERPO ENTERO.

Es una paradoja el fenómeno de la divisibilidad... es casi mágico como somos un entero... luego una fracción... luego una facción de fracción... como somos menos.... y seguimos siendo.... como seguimos siendo y somos distintos... como siempre nos las arreglamos para ser algo parecido a lo que somos... y distintos, a la vez.
Esto de estar "atomizado" no es nada fácil... esto de ser lo que soy... pero menos de lo que soy... no es nada extraño... Esto de vivir fragmentado... dividido... sólo para que, por un segundo, un rayo de luz me alumbre por completo... y me deje ver... me deje verme de cuerpo entero, es como tratar de abrir una puerta con una aguja... como tratar de hilar un botón con un atornillador... como tratar de enrollar un tornillo con una guitarra... como tratar de hacer música con un poste de luz... como tratar de iluminar con una sonrisa.
Lo cierto es que, a veces, los milagros ocurren... y el fragmento es enteramente uno y el uno es sólo la mirada fragmentaria de los otros. A veces, el espejo es el que miente y el reflejo dice la verdad... a veces, un espejo roto te retrata y un ventanal límpido sólo te distorsiona... a veces, miras la esquina irregular de un vidrio roto... la punta de una ruina... el trozo de un destrozo... y te ves de cuerpo entero.
No me arrepiento de mi pasado. Pero, tampoco, siento mucho orgullo por él... Por lo general, me ha devuelto espejos trizados y recuerdos truncos... más que episodios redondos e imágenes de placidez. En verdad, mi pasado nunca me regala nada... De seguro, cree que ya ha hecho suficiente por mí... Me cobra sentimientos... ¡el muy maldito...! como si yo hubiera tomado las decisiones y él sólo hubiera sido un espectador... Se cree, algo así, como un antologador de cuentos malos... su libro no vende nada y le echa la culpa a los autores.
En fin, lo que quiero decir es que, a veces, cuando miro hacia atrás... en los lugares donde no esperé jamás buscarme... en aquellos sitios que creí perdidos... en aquellos ojos que dejaron de atenderme... en aquellos espejos que estimé inútiles y arrojé a la basura... y, de pronto, me veo... me encuentro... de cuerpo entero... me gusta lo que veo...
Gracias a ti.