viernes, 26 de octubre de 2007

CONMEMORACIÓN.

Todos los días son iguales... salvo algunos días... Algunos días son distintos... salvo todos los días. Yo no sé cuál es el afán de recordar... Desconozco el origen del empeño en desmoronar, una y otra vez, los ladrillos que el olvido se encarga de apilar al otro extremo del pasado... La memoria es una guerra de guerrillas... viciosa... circular... autoflagelante... dependiente... imperecedera... Quienes viven en ella no saben vivir de otra manera... quienes viven en ella, simplemente, no saben morir...

sábado, 20 de octubre de 2007

RESPIRACIÓN ARTIFICIAL.

En un escenario distinto de mi vida, tal vez, intentaría diálogos feroces con la tristeza, la impotencia, la frustración. En otro contexto, la dramaturgia de mi vida sería francamente insoportable, embrutecedora, doliente (sí, todavía más... aún es posible). No hay nada peor que la soledad escogida, que el aislamiento culpable de los que, simplemente, no se dejan ver. Sólo eso es peor que un ciego que no quiere mirar.
Yo observo a mi alrededor, y no entiendo bien lo que pasa. Soy un sobreviviente, un vigía, un veterano de guerras pasadas que, de algún modo, murió en ellas. El error de cálculo de un avión genocida. La torre que inexplicablemente quedó en pie, mientras avista el desplome de su gemela.
Por ello - sólo por ello -, se me trata con respeto. Se me adula y malcría. Se me rinden homenajes. Y cuando ocurre - lo confieso con verguenza -, siento la tentación de creer que, en efecto, me los merezco. Pero, bendita sea la lucidez, pues, siempre a tiempo, caigo en cuenta de la verdad... esa que afila la navaja podadora de la complacencia y aploma mis zapatos.
Insisto: en una etapa diversa de mi vida, mi lenguaje intentaría rebelarse contra el eufemismo, y ser tan directo y mortal como un arpón en el corazón. Procuraría estrujar la vida hasta que pariera, dolorosamente, un sueño (hecho realidad, por cierto, para que valiera la pena). Hoy, simplemente me conformo con el absurdo... con el sosiego de la razón malherida por tanta incertidumbre... sufriente de alegría... borracha de lucidez.
Hoy en día, lo confieso, me gusta vivir mi vida, sólo porque no esperé jamás vivirla. Tal vez - y digo sólo tal vez -, disfruto la vida, precisamente, porque estoy medio muerto.

viernes, 5 de octubre de 2007

LA OBRA DE TUS MANOS

Ojalá no fuera cierto, pero una caricia con las manos ensangrentadas, no es una caricia, es una afrenta, un tatuaje, una herida. Poco a poco, me he ido convenciendo que el dolor es una enfermedad contagiosa... que no importa si se transmite con un beso tierno o un roce de manos... la consecuencia siempre es la misma... la incubación silenciosa de una estado febril... de un padecimiento.
Un homenaje póstumo, entonces, merecen tus manos, aún antes de nacer. La muerte de la expectativa es casi tan triste como la desesperanza, aún cuando, en rigor, sean tan distintas. Lo confieso: ya extraño todas las caricias que nunca tendré. Lo asumo: ya me odio a mí mismo por quererte más que a mí mismo. Es tan raro el orgullo: mi único triunfo es caer derrotado por mi propia mano... es eludir el golpe y precipitarme a la lona... es perder la batalla por retroceder.
Mi único goce es preservarte en el silencio.

lunes, 1 de octubre de 2007

INTERTEXTO.

"Todo aquel que conciba al amor como un delito debiera ser castigado" - me dan ganas de decir, pero me callo -. El silencio es conveniente cuando se trata de evitar mentir... o de decir la verdad sin decirla... Es como cuando simplemente no sabes qué hacer. Probablemente - y la experiencia me lo ha demostrado - no debas hacer nada.

El paso del tiempo no me ha llevado a conclusiones demasiado distintas. Todavía creo que más castigo merece el ciego que se quitó la vista que el sordo que se cansó de gritar... La mentira es dulce sólo cuando se cree en ella.

En verdad, pienso que los crímenes del corazón suelen quedar impunes. El daño no es reparable cuando está llamado a ser producido... cuando está destinado a existir. Veran lo lógico que es esto: lo único que exime de culpabilidad a los "agentes del amor (dolor)" es que no puede ser delito lo que no se puede evitar... No hay nada que reprochar cuando no se puede elegir. Y en el amor no se elige, se obra en el nombre del amor - propio o ajeno -, pero, del amor, al fin... En el amor, se es egoísta... siempre se actúa en defensa propia.

Por eso, prefiero saltar los cercos y alzar la vista. El horizonte del amor es agotador... de tan solo mirarlo... para qué hablar de esperarlo... seguirlo... Tan imposible es ser feliz como inevitable es el daño... Tan posible es el daño como evitable es ser feliz... Con la cabeza erguida, habremos de consumar nuestros delitos... huyendo pausadamente, sin desesperación ni ligereza... sin dejar cabos sueltos... ni pistas al azar. Les aseguro que no hay policias a nuestras espaldas. Nadie nos persigue. No hay de qué escapar. Como ya dije: lo único que puede revelar un delito impune es la culpa de su autor... o el rencor de su víctima... Así, pues, el ciclo de la venganza es infinito. Miremos las cosas como son: estamos condenados.